Antes a la gente le preguntabas donde estaba Haití y la gente te respondía -¿Y eso que es?. Se llegaba a saber que era tercermundista, pero nadie le hacía caso, era una tolerancia pasiva. Sé que existes, te permito vivir y existir, pero a mí no te acerques. Ahora, caso al parecer ÚNICO en el mundo y en toda la historia de la humanidad, se le ha de prestar atención y lástima, todo el mundo está pendiente del país, es la moda Haití.
Al parecer, la devastación y destrucción que ha causado el terremoto, la tenemos occidente y lo que es el primer mundo, ya que es así como lo apuntan y enfocan los informativos. ¿Y para qué? me preguntaras, pues para hacerte sentirte culpable de su desgracia, de que tu estés acomodado en tu sofá y ellos no, de que tu bondad aflore de forma monetaria de tu bolsillo y Dios o lo que este allí arriba (además de tu conciencia) te perdone y seas bendecido. Porque si os fijáis, no te piden comida, ni mantas, ni toallas o medicamentos. Lo que te piden es dinero. Yo me acuerdo cuando era pequeño, en mi colegio de monjas, que de vez en cuando se hacían actos solidarios, y los alumnos teníamos que traer de casa alimentos no perecederos para enviárselo a las misiones. Sin embargo, oportuno terremoto en el Caribe, coincidiendo con la crisis financiera. ¿Por qué no aprovecharla para sacar dinero? Se preguntan los políticos. Porque claro, podrían organizar los gobiernos de cada país, puntos de recogida en cada plaza de barrio, donde los vecinos llevasen, pues eso: mantas, alimentos no perecederos, medicamentos…etc. Luego reunir todo lo recaudado, enviarlo a Haití mediante las fuerzas armadas y que allí se reparta mediante, pero resulta que los gobernantes ya tienen la sopita y el culete caliente, y el dinero siempre hace falta y nunca es mal venido un poquito más para tapar deudas o baches, porque de la cantidad que tu mandes a Haití, una parte se la queda quien lo organice (para amortizar gastos) otra claro que se la quedara el gobierno (por qué es el gobierno y todo tiene un gasto y tal), y otra los medios (¿por qué no?), y ya en el país destino, lo que llega se lo quedará el gobierno de Haití, que imagino que como tantos otros del mundo, será un gobierno no corrupto, y punto. Por eso no se piden útiles y vivieres. ¡Qué barbaridad! ¿Pero que estoy diciendo? Es verdad tenéis razón, me he pasado. Enviémosles dinero, mucho, para que lo repartan en cheques equitativos entre los honrados ciudadanos haitianos, para que vallan al banco a cambiarnos para que puedan luego ir a comprar al mercadora de la zona, porque estos dos edificios tan importantes en nuestra era, el banco y el mercado, no estarán derrumbados por el terremoto. Lo gracioso es también que, al parecer es el único país del mundo donde se da la violencia de género, cosa que sin investigarse a fondo las causas, ha de ser prioritaria. Más que si las ayudas están realmente llegando y porque de algo hay que hablar ya que es la moda. También es de alabanza el pueblo haitiano, que en vez de hermanarse, de acogerse, de aprovechar las cenizas para hacer crecer un prospero estado, se dediquen a joder al prójimo, a saquearse, a aprovecharse y si yo estoy jodido pues tú tienes que estarlo más que yo. Porque las cosas son así y que ellos lo estén pasando mal, no justifica que se comporten así, aunque se entiende.
En esta moda de Haití, aparte de enviar dinero a los gobiernos, también esta la moda de apadrinar y adoptar niños como si fuera coleccionar muñecos repollo, separándolos de su tierra, de su familia, de sus amigos, de su vida, para que vivan en el maravilloso mundo capitalista europeo.
Pero no os alarméis, esto no será para siempre, esto es una moda, y como todas las modas, esta será pasajera. Ya vendrá alguna sequia, o una guerra, o alguna hambruna… y tiraremos los que “compramos” de Haití, para salvar otra vez el mundo con nuestro dinero, hasta que Haití vuelva a ponerse de moda.
Al parecer, la devastación y destrucción que ha causado el terremoto, la tenemos occidente y lo que es el primer mundo, ya que es así como lo apuntan y enfocan los informativos. ¿Y para qué? me preguntaras, pues para hacerte sentirte culpable de su desgracia, de que tu estés acomodado en tu sofá y ellos no, de que tu bondad aflore de forma monetaria de tu bolsillo y Dios o lo que este allí arriba (además de tu conciencia) te perdone y seas bendecido. Porque si os fijáis, no te piden comida, ni mantas, ni toallas o medicamentos. Lo que te piden es dinero. Yo me acuerdo cuando era pequeño, en mi colegio de monjas, que de vez en cuando se hacían actos solidarios, y los alumnos teníamos que traer de casa alimentos no perecederos para enviárselo a las misiones. Sin embargo, oportuno terremoto en el Caribe, coincidiendo con la crisis financiera. ¿Por qué no aprovecharla para sacar dinero? Se preguntan los políticos. Porque claro, podrían organizar los gobiernos de cada país, puntos de recogida en cada plaza de barrio, donde los vecinos llevasen, pues eso: mantas, alimentos no perecederos, medicamentos…etc. Luego reunir todo lo recaudado, enviarlo a Haití mediante las fuerzas armadas y que allí se reparta mediante, pero resulta que los gobernantes ya tienen la sopita y el culete caliente, y el dinero siempre hace falta y nunca es mal venido un poquito más para tapar deudas o baches, porque de la cantidad que tu mandes a Haití, una parte se la queda quien lo organice (para amortizar gastos) otra claro que se la quedara el gobierno (por qué es el gobierno y todo tiene un gasto y tal), y otra los medios (¿por qué no?), y ya en el país destino, lo que llega se lo quedará el gobierno de Haití, que imagino que como tantos otros del mundo, será un gobierno no corrupto, y punto. Por eso no se piden útiles y vivieres. ¡Qué barbaridad! ¿Pero que estoy diciendo? Es verdad tenéis razón, me he pasado. Enviémosles dinero, mucho, para que lo repartan en cheques equitativos entre los honrados ciudadanos haitianos, para que vallan al banco a cambiarnos para que puedan luego ir a comprar al mercadora de la zona, porque estos dos edificios tan importantes en nuestra era, el banco y el mercado, no estarán derrumbados por el terremoto. Lo gracioso es también que, al parecer es el único país del mundo donde se da la violencia de género, cosa que sin investigarse a fondo las causas, ha de ser prioritaria. Más que si las ayudas están realmente llegando y porque de algo hay que hablar ya que es la moda. También es de alabanza el pueblo haitiano, que en vez de hermanarse, de acogerse, de aprovechar las cenizas para hacer crecer un prospero estado, se dediquen a joder al prójimo, a saquearse, a aprovecharse y si yo estoy jodido pues tú tienes que estarlo más que yo. Porque las cosas son así y que ellos lo estén pasando mal, no justifica que se comporten así, aunque se entiende.
En esta moda de Haití, aparte de enviar dinero a los gobiernos, también esta la moda de apadrinar y adoptar niños como si fuera coleccionar muñecos repollo, separándolos de su tierra, de su familia, de sus amigos, de su vida, para que vivan en el maravilloso mundo capitalista europeo.
Pero no os alarméis, esto no será para siempre, esto es una moda, y como todas las modas, esta será pasajera. Ya vendrá alguna sequia, o una guerra, o alguna hambruna… y tiraremos los que “compramos” de Haití, para salvar otra vez el mundo con nuestro dinero, hasta que Haití vuelva a ponerse de moda.